martes, 14 de agosto de 2012

Una niñez no tan aniñada.



En esta ocasión les dejo un audio que escuché en la radio, hablan de los niños de hoy.
Niños que no los dejan ser niños, que se los presionan a crecer, que pierden tempranamente el interés por los juguetes y por los juegos. Niños adolescentes atestados de celulares, computadoras, consolas entre otras joyitas que se adelantan quemando la etapa más linda y sana del ser humano.
Niñas vestidas de adultas, niños que ya no juegan y padres que juzgan cuando ven un comportamiento que no corresponde porque "vos ya sos graaaaande, eso es de bebé!"
Me pregunto qué pasaría si dejáramos a los niños ser niños, que jueguen a lo que quieran, con quien quiera y sin ataduras ni juzgar sus elecciones.

Para escuchar el audio hagan click ACA, no es una conversación seria, pero estoy de acuerdo en varios puntos que se remarcan, como papás tenemos la posibilidad de cambiarlo, de dejar de presionar y respetar a nuestros niños en sus tiempos sin atestarlos de publicidad y actividades.

Les dejo una yapita:

Que sean niños los niños. Por Mex Urtizberea
Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión.
Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes.
Que no sean niños soldados, los niños.
Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean los habit

antes de un reformatorio.
Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo.
Que sean niños los niños, y no un target.
Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad.
Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran. Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías. Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa.
Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades. Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar filas torcidas, llevar alguna vez la Bandera no por ser mejor alumno, sino por ser buen compañero.
Que sean niños los niños y no los incentivados con desmesura a consumir todo lo que saca el mercado.
Que sean niños, y no los que aspiran pegamento en una esquina o fuman paco en la otra, tan de nadie, tan desprotegidos. Niños, no nombres que tienen que rogar por recibir el apellido paterno o la cuota de alimentos.
Que sean niños los niños. Y que los niños sean lo intocable, que sea la gran coincidencia en cualquier discusión ideológica; que por ellos se desvelen los economistas de todas las corrientes, los dirigentes de todos los partidos, los periodistas de todos los medios, los vecinos de todas las cuadras, los asistentes sociales de todas las municipalidades, los maestros de todas las escuelas.
Que sean niños los niños. Que sean niños, no “el repetidor” o “el conflictivo” o “el que nunca trae los deberes”. Niños, y no los que empujan el carro con cartones.
Que sean niños los niños, simplemente. Que ejerzan en paz el oficio de recién llegados. Que se los llame a trabajar con la imaginación o con lápices de colores. Que se los deje ser niños, todo lo niños que quieran. Y que los niños sean lo importante, que por ellos lleguen a un acuerdo los que nunca se ponen de acuerdo; que por ellos se dirijan la palabra los que no se hablan, que por ellos hagan algo los que nunca hicieron nada.
Que sean niños los niños y que no dejen de joder con la pelota.
Que sean niños en su día. Que lo sean todos los días del año.
Que sean felices los niños, por ser niños. Inocentes de todo lo heredado.


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